El payaso Gómez.
El payaso Gómez. Faltan diez minutos para las doce de la noche, en el hospital público parece como si el día y la noche se fundieran en un solo tiempo, el tiempo de los médicos, el tiempo de teléfonos que suenan, camillas que entran y salen. Manchas de sangre en el piso, gente ansiosa que espera ser atendida y no quiere ser estudiada, porque en los hospitales públicos te curan y te estudian, en esa ecuación positiva y negativa. Es bueno que te estudien hasta encontrar el mínimo detalle, es malo que te tengan una hora pasándote el ecodoppler después de haber detectado que hay una trombosis en el miembro inferior derecho. Pero la vida de los médicos que digitan números en la madrugada como si fueran las cuatro de la tarde, se contrasta con pacientes que pululan por la ciudad y buscan un lugar para dormir, algunos que necesitan sanar heridas confusas y otros que esperan por camas o procedimientos que necesitan tiempo de preparación, el tiempo estatal. En un pequeño consultorio improvisad