Detalles.

Detalles.

Es raro pero no hizo selección. Quizás, solo un detalle. A los medios italianos les llamó la atención ese jugador de Montevideo sin mucho marketing. Lo compró el Genoa gracias a las recomendaciones de su representante. Les dijo: 

–La va a romper, en un año se lo venden a la Juve o al Milán al triple. 

Los convenció. 

Jugó veinte partidos en Nacional, hizo doce goles y fue el mejor del campeonato. 

El año anterior jugó en Sud América. El otro en Basañez y el anterior trabajaba como carpintero de obra en Melo. 

Se había enojado con el fútbol, lo había abandonado, estaba cansado de que no le pagaran, ni en fecha ni nunca. También de bañarse con agua fría. 


Antes de todo esto, en los comienzos, debutó en la primera en Wanderers, contra Peñarol en el estadio, perdían dos a cero y lo pusieron faltando veinte minutos, hizo dos goles y fue tapa de diario. 

Seis partidos con buenas actuaciones y el representante lo llevó a Guaraní, el negocio ofrecía agarrar ochenta mil dólares contantes y sonantes. Para un tipo de Melo que siempre vivió metido en la precariedad era una fortuna. Estuvo tres meses en el mundo paraguayo y se volvió con tres mil dólares en el bolsillo y dos conformes voladores por cinco mil cada uno en la valija. Al final entre todo agarró nueve mil, lo otro se esfumó para siempre. 

El tipo un dragón, escupía fuego cada vez que hablaban de plata. Nunca más pudo confiar en su  representante, fin del vínculo. Volvió a Melo y se fue a trabajar a la construcción con el padre. Arena, portland, ladrillos. Omega, yeso, enduido. 

Lo viene a buscar el técnico que lo conoce de las inferiores de Wanderers, el Dt. está haciendo sus primeras armas en primera y lo convence de ir a Basañez, le promete titularidad y cumplimiento en los sueldos. Así empieza todo de nuevo.


En Malvín Norte, en la bombonera, -el estadio de Basañez-, un domingo que está suspendido, mira el partido apoyado en el muro de bloques y de a ratos insulta contra el alambrado escondido en una capucha. En eso conoce al jeque del fútbol uruguayo, el amo y señor. El alta gama de los contratistas. Un seguridad se lo presenta y cuando lo ve frente a frente le tiemblan las piernas, es para él, la persona más importante que tiene a pocos centímetros. El contratista viste traje blanco y zapatos marrones tanos. De fondo, tortafritas y maní en papel de diario. El contratista dice que quiere representarlo. Te vendo en dos meses, le dice. 

No sabe qué responder, solo sacude la cabeza afirmando.

A los días estampa la firma y con eso vienen recorridas por tiendas de Shopping y apartamento en Pocitos frente al mar. Después no lo ve más, para qué, el trato es ahora, con los perros, los intermediarios de turno. Así son las cosas. 

La directiva que le bajan es: entrenar a morir. Así lo hace.

Sud América, Nacional, Genoa.


En paralelo, casamiento, luna de miel, avión, Italia.  

Llega a Genoa, lo recibe el capitán del equipo, uruguayo, lo ayuda con el idioma y a moverse con los tanos. Los dirigentes le muestran las instalaciones y le cuentan de la ciudad. Lo hacen caminar por el barrio para que vaya entendiendo de qué viene la cosa. El uruguayo lo recibe en su casa pero ese mes lo dejan libre, cupo de extranjero le llaman a la causa. Una casa preciosa, con todos los lujos, lo único raro es que está ubicada en la región de Liguria.  Precisamente en el pueblo de Bormida, en la provincia de Savona, un pueblo de unos quinientos habitantes. Cuando le preguntó porqué la casa estaba en ese pueblo, el uruguayo le contestó que el argentino que lo recibió a él, en su momento, vivía allí y luego con el tiempo prefirió quedarse ahí, le gustó el lugar. La historia debía continuar. 

Una idea interesante, decidió quedarse en el lugar.

Es como Melo pero de corte europeo, le puso en un mensaje por Wasap a la madre. El club le dio un auto cero kilómetro. El uruguayo se va a préstamo al Ternara, le deja la casa.

Los primeros seis meses pasa desapercibido y casi en el anonimato, juega tres minutos. En el período de pases están a punto de transferirlo a un equipo de la b pero el técnico que viene propone darle una oportunidad. Empieza de titular y a mitad de torneo se consolida como pilar del equipo. Termina el campeonato y lo declararan intransferible. 

Le aumentan el sueldo pero sigue prefiriendo quedarse en el pueblo, ya conoce todos los recovecos y el bar donde se juntan todos los borrachines parroquianos. En el pueblo hay dos bares, uno bastante turístico y moderno y otro más chico que lo adopta como segunda casa.

Ese campeonato le hace un gol al Milán, la rompe contra la Fiorentina y se hace noticia. Desde Uruguay nunca lo llaman para la selección. Todos los periodistas lo piden a boca de jarro pero el técnico hace oídos sordos. Cosas raras del fútbol. Hay que respetar los procesos.

Sigue viviendo en el pueblo, pero a entrenar va en un Maseratti blanco. Al bar va en bicicleta pero cada vez es más difícil, hay muchos turistas en la vuelta y le piden fotos que luego las suben como trofeos a las redes sociales.

La fama te da eso, popularidad, lo que algunos llaman felicidad. 

Un día cae al bar un argentino, Horacio, hincha de Quilmes. Según él, dice que jugó en la tercera de golero. Se vino porque la municipalidad de Bormida otorga cinco mil dólares a aquellas personas que quieran empezar una nueva vida en el pueblo. En el formulario electrónico puso que era técnico en electrónica y se ilusionó con un futuro alentador. 

A las tres semanas se quería matar, en el pueblo no hay nada para hacer y menos de electrónica. Nada de alarmas, nada de parlantes en autos. Laferrere queda lejos del mediterráneo y se hace duro. 

Empieza a frecuentar el bar y un día se cruza con el futbolista. Se lo presenta el cantinero, matan el tiempo hablando de goles y jugadas.

Como todo porteño, arranca con sus arrogancias y eso no es buen presagio.

Igual pegan amistad, surgen cenas y encuentros. Dos tipos, dos mujeres. Ellas también se hacen amigas. Tanto que al final la mujer del porteño se empieza a sentir atraída por el amigo futbolista del marido. 

Aventura, escapadas a hoteles cercanos, cuentos, mentiras y negaciones. 

Cuando está con ella miente, cuando no está con ella también miente, pero para estar con ella. Eso a él lo pone mal, a ella parece no afectarle demasiado.

Ella tiene cosas para perder pero él mucho más porque es famoso, al menos dentro del mundo del fútbol. 

Todo se va de las manos, hay que blanquear la situación. Ella ya no soporta más al marido y le pone fecha de vencimiento a la cosa. Él, entre pelota, noche y notas para la Tv, piensa como resolver el problema. 

Al final explota todo, ella confiesa todo frente al marido y luego llama a la mujer de él, su amiga. La noticia trasciende. Se habla más de eso que de lo que pasa adentro de la cancha. 

La Juve piensa comprarlo pero con tanto abrume farandulero se queda en el molde, prefiere invertir en un belga que es promesa silenciosa.

Al técnico no le gusta tanta exposición y lo penaliza metiéndolo en el freezer. En todo el semestre juega 140 minutos. Nada. Lo ponen en lista de prescindibles para darlo a préstamo.

El contratista le ofrece venir a Peñarol. Él le pide que hable con los dirigentes de Nacional primero. Dignidad. Tienen el puesto cubierto es la respuesta, al técnico tampoco lo seduce que venga, ya tiene sus jugadores. 

Propone Defensor. El contratista dice que se deje de joder y que venga a Peñarol que el interés es concreto, garantiza buen sueldo y la once es para él. Pide tiempo. No quiere ser tildado de traidor por la hinchada alba.

Ya lo sos le dice la nueva mujer. Somos, le responde él. Es lo mismo le dice ella.

Después le pregunta cuales son los colores de la camiseta. Amarillo y negro, responde. 

La prensa en Italia dice cualquier cosa, es una olla a presión. En Uruguay es más o menos lo mismo. La hinchada de Nacional lo quiere linchar, nunca se enteran que él pide para volver. Los dirigentes repiten con cara seria que a ellos, no los llamó nadie. 

Firma con los carboneros. Necesita jugar y también escapar un poco de Italia. Su ex mujer se queda allá con la mitad de las cosas. Ahora pasa bastante tiempo con el argentino despechado, quién sabe. Capaz se terminan juntando.

Se viene con la novia nueva a un apartamento a estrenar en Malvín. Se prueba la camiseta para las fotos y por dentro putea. Ella luego le dice que le queda linda. 

Cuando llega a la casa la tira sobre el sillón y la mira de costado. 

- Tendré que ponerme eso, no queda más remedio. 

Pensá en la plata le dice ella. 

Practica en los aromos, lo recibe el capitán y le explica algunas cosas, luego el cuerpo técnico le dice que está contento de poder contar con él. El técnico es un vende humo pero trajo buenos jugadores, armó una columna interesante. La prensa dice que fueron los dirigentes. El club es un conventillo. Todos dicen cualquier cosa. Están re quemados porque hace dos años que no ganan nada y necesitan cortar el ciclo a como dé lugar.

Entrenamiento y fútbol, hay uno que lo mira de costado, con saña, viene de viejos partidos, no lo quiere en Peñarol. De noche salen junto al capitán para limar asperezas. Merca, whisky con speed y aparecen los “traslados”, dos mil pesos la hora cada traslado, arreglan por quinientos dólares para cada una y se quedan toda la noche, sobra una pero no importa, es rotativa. Están buenas las minas y les gusta la fiesta. Resquemores resueltos, amigos para siempre. A las mujeres que están en casa les dicen que tuvieron que concentrar.

En medio campeonato ganan casi todos los puntos, la hinchada le chifla o lo trata con indiferencia, depende del partido y del resultado, de cuantos pases acierte. Goles hasta ahora ninguno. Esperan que bese la camiseta. Ya le dijo a su novia que no lo va a hacer. Igual es figura, tiene 12 asistencias. Los de Nacional lo odian, entró en la lista de traidores. 

Se viene el clásico, Peñarol arriba por un punto. Hacha y tiza, empate cantado, pega una pelota en el palo y todo se enmudece. Los de Peñarol quieren aplaudir pero mejor no, los de Nacional lo putean. Él piensa que es solo un semestre, quizás pueda volver a vestir la blanca algún día.

Al final se queda cinco temporadas, tiene dos hijos y se convierte en capitán mirasol. Juega cuatro libertadores y llega a la final de una pero la pierde contra Boca. 

Tiene 30 años. Un diario argentino dice que lo quiere Boca, le ofrece el triple de sueldo y ganar la segunda libertadores. Lo seduce la propuesta. Los manyas dicen que si se va, es un traidor. Su mujer nueva está embarazada del tercero. Ya lo tiene podrido esta mujer, los hijos, los sueldos atrasados, ser un grande en Uruguay pero un chico en América.

Firma con Boca. El mundo Boca lo seduce. Se instala en Recoleta, aparece en todos los programas deportivos y de los otros. 

En Boca juega poco, la prensa dice que en su vida hay más noche que pasto, que sale con botineras. La mujer nueva se vuelve a Montevideo a los dos meses, no lo soporta más. 

Se engancha con una modelo empercudida de silicona y horas de peluquería que participa en un programa famoso de baile. Ahora todo el mundo lo conoce. No por lo que juega sino por lo que se habla. Empieza a cantar cumbia invitado por un grupo de Mataderos. Le ponen “bailanta” de mote.

Los dirigentes están que arden, no le van a renovar. Esperaban otra cosa. El técnico lo saca a los diez minutos de un partido y lo quema. Igual salen campeones, Boca es Boca. Hace un único gol y es contra River, eso alcanza para siempre.

En las declaraciones dice que el técnico se cree que ganan por su estrategia, demasiado soberbio. También traicionaste el vestuario, le dice el capitán más tarde. 

Ya no queda nada. compra una casa en Palermo y pone una cervecería artesanal con dos socios del fútbol.  Arregla con Platense que está en la b y la idea es zafar del descenso. 

Lo llaman de Wanderers pero hay poca plata. El contratista le insiste con ir a Nacional, que tiene un dirigente apalabrado. En Peñarol, mejor ni por la vereda de enfrente. 

Es padre por cuarta vez, ahora una niña, la modelo siliconada no quiere ir a Uruguay. Juega en Platense una temporada más. La cervecería anida trescientas personas por noche y hay veinte mil registrados en Facebook. El camino es por ahí.

Un día cuelga los zapatos y desaparece del fútbol casi como entró, desapercibido. Vende la cervecería en buena plata y se compra una casa en las afueras de Buenos Aires, se dedica al campo. 

La modelo siliconada desaparece pero antes, su abogado, negocia buenos dividendos para ella y su hija. 

Ahora, usa su tiempo para ir al club de mañana a pileta y vive con los ingresos de lo que le queda.

A los cincuenta y cinco años le da un infarto mientras duerme y el aviso ocupa cuatro líneas en el diario local y dura unos días en Internet. Vuelve a resurgir el video aquel con el gol a River y más nada. En Uruguay aparecen algunos goles de Nacional y Peñarol.

Al poco tiempo un pibe de facultad se propone escribir un libro con la historia, recorre con su manuscrito varias editoriales pero todas lo ignoran, descubre que hay mas preocupación en mantener el circulo vicioso de notables escritores que publicar a pequeños desconocidos que traen historias mínimas. Al final, demora cinco años en publicar su libro. Recién ahí la historia parece ser diferente, algunos detalles no son como parecían. El escritor rescata al hombre y sus decisiones. 

Todo hombre es preso de sus decisiones, y las decisiones no son sino más que el resultado de las presiones que las acompañan, dice en la contratapa.

“En fútbol, un jugador acompaña cuando es incapaz de crear o resolver una jugada por propia iniciativa”, en la página 26.

Su primer mujer, aquella que quedó por Genoa y se casó con un italiano y armó su vida allá, dijo por mail en un testimonio que está en la página 82 del libro, que el principal anhelo de su ex - esposo era jugar en la selección, si lo hubieran llamado en ese momento, su historia podría haber sido diferente. Un detalle. 

Otro, es que su contratista no quiso participar del libro. 


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